miércoles, 25 de marzo de 2015

La oscuridad del desierto



Solo.

Perdido en pasillos oscuros donde la única luz que llega a ver viene de la oscuridad que encuentra en su alma, busca por atajos una pequeña vela pero solo encuentra sombras que mojan su cara con fría desesperanza. Agua que no viene de mares,  sino de ríos embravecidos que le conducen al abismo por remolinos de pánico en cuya profundidad solo encuentra navíos  naufragados por años de forzada melancolía .
Cuando los iceberg se funden como el agua congelada de los gin-tonic, cuando los fondos de vaso solo esconden el cuello de otra botella, otea su alrededor queriendo no ver nada pero solo se encuentra con sus copias, sus otros yo. Náufragos de la vida que creen como él haber encontrado en ese lugar su isla perdida, su oasis en el desierto de la soledad.
Pero llega el momento de convertirse en sobreviviente, dejar de ser ese madero que va a la deriva. Sabe que quedan pocos tragos para su último vaso. Lo sabe pero no quiere creer. Oye pero no quiere escuchar. Se sienta pero quiere caminar. Sin andar solo caminará hacia atrás.
Es el momento de buscar, de apoyarse en la luz del faro de su alma. Luz que se tiñó de amargura  yendo por aceras mojadas. Es hora de sacar el paraguas que creía perdido en el fondo del armario de la vida. Es momento de levar anclas, soltar las amarras del conformismo de la destrucción.
Camina, solo camina. En la oscuridad todo es desierto.


Un saludo y hasta la próxima.

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